Leer ficción en profundidad activa también la parte previo del cerebro, que es la que se dedica a planificación, las emociones y a centrar la atención», añade el neurólogo. Además del efecto moderador del tiempo de lectura, el género textual y el tipo de lector digital, otros 2 factores podrían influir en el efecto del medio en el que se lee. Por una parte, la comprensión de la lectura suele ser menor si se lee en un computador que si se utiliza una tableta o un libro electrónico. Por otro, la necesidad de utilizar el movimiento vertical del artículo asimismo aumenta el efecto negativo del formato digital. Pero, según nuestro estudio, estos hallazgos tienen que interpretarse con cautela. Para dicho estudio, pedimos a un grupo de universitarios que leyeran un texto largo (un artículo de sobra de 3000 expresiones anunciado en la gaceta Investigación y Ciencia) y que, ahora, contestaran unas preguntas sobre su contenido.
«Incluso para aprender algo antes pasaba necesariamente por ojearlo en un libro, aunque fuera de recetas, en este momento puedes aprenderlo en tutoriales en Youtube. “Solo tener el teléfono aparente en la mesa donde nos encontramos trabajando o leyendo baja la eficacia entre un 17% y 30%”, explica Lluis Martínez Rives, instructor de Neuromárketing de Esade. “Si, además del libro, en el campo visual tienes el móvil, si bien no esté recibiendo notificaciones en ese momento, está demostrado que baja tu productividad. Da lo mismo que esté en silencio, sencillamente la noción de que algo puede llegar de un instante a otro ahora está menguando la concentración. Y cuando suena o se alumbra eso arruina la concentración y hay que regresar a iniciar.
«El papel de la lectura cambiará en este planeta digital», afirma Villalba. «Los audiolibros por poner un ejemplo tienen un auge inesperado. El lector precisa facilidad de lectura y todavía no la tiene. Lo primero, según Wolf, es prestar más atención a lo que leen los pequeños. A los niños, insiste esta neurocientífica en la relevancia de enseñarles a leer de forma profunda y concentrada. Por eso mantiene que es preferible leerles libros en vez de enchufarlos a un iPad para entretenerlos mientras el adulto puede estar mirando su propio móvil inteligente.
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Este efecto fue menor en esos estudios en los que se dejaba a los competidores que dedicasen a la lectura el tiempo que consideraran preciso. Indagaciones llevadas a cabo por Ackerman y su aparato revelan que conseguir la información en formato digital comporta ciertas adversidades metacognitivas. Estas adversidades aparecían, más que nada, en el momento en que los participantes se hallaban bajo la presión del tiempo. Parece ser, la aptitud para gestionar los recursos cognitivos en un tiempo concreto degenera cuando la lectura se realiza en pantalla.
Que la lectura profunda que solía venir de manera natural se le había transformado en una lucha contra sí mismo. Y eso que en el momento en que Carr escribió su ensayo era 2010 (el año que Apple lanzó el iPad) y todavía las pantallas táctiles y las redes sociales aún no se habían hecho aún omnipresentes en la vida cotidiana. Según Wolf, la creciente dispersión de nuestro cerebro lector no hizo mucho más que comenzar y eso debería preocuparnos. Hemos actualizado su política de intimidad para realizar las variables normativas de intimidad internacionales y para ofrecerle información sobre las limitadas formas en las que utilizamos sus datos.
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Asimismo, los primeros registraron un mayor nivel de concentración en la labor, lo que podría argumentar que su nivel de comprensión sea equiparable al de aquellos que leen sin límite de tiempo. En cambio, los universitarios que leyeron en pantalla no amoldaron su concentración a las demandas de la lectura bajo la presión del reloj. Tampoco los esfuerzos gubernativos por incluir las TIC en los centros académicos están cumpliendo las expectativas. La evaluación de centenares de miles de estudiantes de decenas y decenas de países revela que la utilización de las TIC no mejora el desarrollo académico, sino que incluso lo entorpece.
En este sentido, hay que distinguir entre la literatura en formato digital y la ludología que surge en el siglo XXI para teorizar sobre videojuegos, varios de los que surgen de la literatura . La tecnología aplicada a la información, a la comunicación y a la civilización ha sido a lo largo de la narración de la humanidad un factor clave en el progreso del confort popular. El impacto tecnológico digital es transcendental para la civilización del siglo XXI y deja en ella ciertas huellas que están mudando los usos heredados. Para no perder al lector que llevamos dentro, en el sentido que Salinas daba a la palabra lector, requerimos desarrollar lo que Wolf llama el cerebro «biliterario», es decir, compaginar diferentes niveles de lectura.
Adjuntado con Rakefet Ackerman, del Centro Technion de Israel y también integrante de E-Read, emprendimiento europeo sobre la lectura en la era de la digitalización, examinamos si el medio de presentación de la información redactada puede perjudicar a su entendimiento. Los resultados de nuestro estudio, publicados en 2018 en Educational Research Review, prueban que la lectura en pantalla dificulta la entendimiento y el recuerdo de la información, en especial bajo determinadas circunstancias. Este nuevo modelo común de educación europea pone especial énfasis en el uso de las nuevas tecnologías aplicadas a la docencia de las diferentes materias. Además de esto, la capacitación colaborativa, hacia modelos de enseñanza-estudio horizontales y activos se ve reforzada por las interfaces, herramientas y entornos de la enseñanza virtual. Los aguantes electrónicos no son por sí garantía de novedad didáctica, pero asisten a la superación de los planteamientos lineales y a la verticalidad de las relaciones de estudio tradicionales. El uso de la enseñanza mezclada, presencial y virtual se está realizando exitosamente en bastantes centros docentes españoles.
Conversaciones sobre las conmuevas que hace el artículo o los nuevos descubrimientos que aportan. No dejar al crío solo con el libro de la noche en cuanto ya sabe pronunciar las primeras palabras de un cuento. Almacena mi nombre, correo electrónico y web en este navegador para la próxima vez que comente. La lectura se fomenta asimismo mediante el respeto hacia los libros, cuidarlos mientras los leemos, tener precaución de no perderlos, pintarlos o utilizarlos para objetivos que nada tienen que ver con la lectura. Sin duda un tema complejo y también interesante, del que vamos aprendiendo a la par de nuestros leyentes.
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Desgraciadamente, existe cierta tendencia a integrar innovaciones educativas sin investigar antes su efectividad. Probablemente ello esté ocurriendo hoy en dia con la digitalización en las aulas, puesto que no parece que su uso esté produciendo los resultados esperados. Marianne Wolf, experta estudiosa de la aptitud lectora en la Universidad de California en Los Ángeles, advierte que nuestro encéfalo no ha evolucionado para leer, actividad que empezó a popularizarse hace escasamente seis siglos. El cerebro lee gracias a su asombrosa elasticidad y aptitud de adaptación a las demandas ajenas. Cada cerebro aprende a leer mediante construcciones y circuitos neuronales que han evolucionado para llevar a cabo otro género de ocupaciones.
Antes de lo digital también había diferentes niveles de atención y no es conveniente mitificar al lector del pasado. No debemos olvidar que la lectura en este país no fué tan extendida como en otros países del ambiente. Y jamás ha sido una aptitud masiva ser capaz de leer textos complejos». 8.Esto es que la página web requiere lectores mucho más críticos –Sí, es que exactamente el mismo término de leer cambió. Con Internet accedes a textos escritos por gente de todo el planeta, lees cosas escritas por hindúes, católicos, ateos, musulmanes, gente que tiene otras miradas, otra cultura.
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El estilo «saltamontes» que va de un ubicación a otro digiriendo de manera rápida una lectura en diagonal de aquí y allí tan frecuente en el mundo digital no debería ser incompatible con la lectura reflexiva y profunda. Los Whatsapp que mandas están reemplazando a diálogos orales mucho más que a otros ratos de lectura. «Hay que tener cuidado con qué ocupaciones nos encontramos equiparando», afirma Lasén. «No tiene relación leer una novela en tu cuarto con levantarte por la mañana y entrar en Fb.