Las ilustraciones aportan casi lo mismo que las palabras, además de muchos colores. En un tercer modelo se aseguraba que el Cosmos era infinito y que carecía de forma y substancia, encontrándose en él únicamente la Tierra, el Sol, la Luna, los planetas y las estrellas, todos flotando libremente. En ese cosmos los cuerpos celestes no estaban sujetos a nada, y se movían en él por acción de fuertes vientos. Si bien sin ningún fundamento observacional, este último modelo cósmico de los chinos fue el resultado de una verdadera abstracción, lo que lo ubica en un chato diferente del de todos y cada uno de los otros que hasta aquí se han comentado. Tal actitud muy probablemente se debió a que los sacerdotes centraron su atención en el mucho más allá, realizando del culto a los fallecidos una verdadera religión.
No obstante, ya que aún no existían mediciones precisas de ese fenómeno, Lemaître publicó su producto en una revista en francés poco conocida, por lo cual recayó en Hubble el mérito de la conocida ley que transporta su nombre. Newton asimismo tuvo el mérito de ser el primero en demostrar que la fuerza de gravitación, llamada «fuerza central», da origen a trayectorias que, como se dice en lenguaje geométrico, son siempre y en todo momento «cónicas», esto es, sus órbitas pueden ser elipses, parábolas o hipérboles. Los planetas, por ejemplo, siempre y en todo momento describen elipses, como ahora había afirmado Kepler.
Roger Penrose, Premio Nobel De Física 2020
Los helenos innovaron en su interpretación de los fenómenos celestes, es decir, en la astronomía teorética, basándose en las visualizaciones hechas por las culturas precedentes. Pitágoras en primera instancia, y posteriormente Platón y Eudoxo, intentaron buscar una armonía matemática en el cosmos donde pudiesen cuadrar todos y cada uno de los fenómenos populares en su temporada. Pero este propósito chocaba, en muchos casos, con las visualizaciones directas, teniendo que complicarse mucho más el sistema para darles una explicación. Dentro de esta línea encontramos a Aristarco de Samos y, posteriormente, a Ptolomeo, creador del Almagesto. Esta obra fue el compendio astronómico-matemático de referencia, junto con el De caelo de Aristóteles (que da el fundamento simbólico-filosófico), en la astronomía hasta las indagaciones de Giordano Bruno, entre otros.
Para Penrose, cada período supone eventos cuánticos aleatorios que se producen de diferente manera, lo que significa que cada período va a ser diferente tanto del anterior como del siguiente. Esto verdaderamente piensa una buena nueva para los físicos experimentales, ya que nos permitiría entrever el viejo universo que dio lugar al nuestro a través de huellas borrosas, o anomalías, en la radiación sobrante generada por el big bang que puede observar el satélite Planck. Pero hay otras teorías que se mantienen en el ámbito de la física, como la del multiverso (según la cual este tiene dentro un número infinito de universos paralelos) o la de los modelos cíclicos del cosmos (que nacería y volvería a nacer una y otra vez). Había tanto materia como antimateria, y en proporciones prácticamente equivalentes.
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Una hipótesis elogiable es que en ese instante el planeta físico estaba conformado por una mixtura de partículas elementales de vida limitada entre aquéllos que se encontraban los quarks, es decir, las entidades escenciales que conforman los protones y los neutrones. Se produjo el jainismo, religión establecida por Vardhamana Mahavira contra el ritual introducido en los textos sagrados llamados Vedas, entre las ideas rechazadas fue la del dios constructor. Como resultado, los seguidores de esta nueva religión introdujeron el concepto de dualidad galáctica para ofrecer una explicación satisfactoria del Universo. Mantenían que la Tierra se encontraba formada por una secuencia de anillos concéntricos, alternándose tierras y mares. El círculo interior llamado Jambudvipa estaba dividido en cuatro partes iguales, teniendo a la montaña sagrada Meru en su centro.
Una de las primeras aproximaciones a esta teoría es la llamada «enfoque canónico», que consiste principalmente en la tentativa de redactar una ecuación para la función de onda que debería señalar el universo primordial entero. Esta ecuación se denomina «de Wheeler-DeWitt» y no tiene la variable «tiempo», por lo que se dice que la función de onda del universo indispensable es atemporal. Sin embargo, hay que ver que, de todas formas, para detallar la evolución del cosmos es necesario un factor de evolución; por poner un ejemplo, en ciertos casos, ya que el universo se amplía de todas y cada una formas, se utiliza el volumen del universo como parámetro de evolución. Lemaître asimismo tuvo el mérito de haber deducido antes de la medición de Edwin Hubble, partiendo del modelo cosmológico FLRW y por la vía puramente teorética, la existencia de una recesión de las galaxias.
Esa actitud dio origen a la pseudociencia famosa como astrología; no obstante, del estudio de los movimientos planetarios hechos por los caldeos brotó también la ciencia de la astronomía. Uno de los principales inconvenientes que los físicos hallan en el momento de explicar el origen del cosmos es que no tenemos una teoría de gravedad cuántica, una ‘teoría totalmente’. Explicado de forma sencilla, la materia se comporta de forma distinta a escala cuántica (átomos, partículas elementales) que a mayores escalas de magnitud, y todavía no podemos explicar por qué razón esto pasa. A escalas cuánticas, un sistema físico existe en una superposición de varios estados distintas a la vez y solo manifiesta uno de ellos de manera aleatoria en el momento en que lo medimos. Este fenómeno se enseña realmente bien mediante el popular dilema del gato de Schrödinger.
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Ya que bien, la teoría de los multiversos podría argumentar este y otros problemas que los cosmólogos encuentran para argumentar el origen del universo. Según esta teoría, existiría un grupo de universos distintos, y el nuestro constituiría solo un subconjunto pequeño del multiverso. Para que la teoría de los multiversos ande, debemos suponer que hay al menos seis dimensiones ; pero ciertas teorías físicas –como la teoría de cuerdas, candidata a ‘teoría totalmente’– sugieren que habría al menos once dimensiones. En Egipto y Mesopotamia la astronomía se desarrolló al amparo de una clase sacerdotal que se encargaba de estos menesteres , gracias a la función mágica que tenía en su sociedad (en este periodo la astronomía y la astrología estaban unidas). Las distintas organizaciones sociales se ven reflejadas en las cosmovisiones creadas por los distintos pueblos, siendo la Tierra una representación del orden cósmico .
Esa «fase riemanniana» del cosmos, que va desde el momento inicial del universo hasta el tiempo de Planck, es el «estado de vacío» del modelo Hartle-Hawking. Si bien esta cosmología aristotélica se consideraba fiable, se planteaba un inconveniente bastante serio que debía ver con el movimiento de los planetas en el cielo. En efecto, al ver los planetas en los diferentes instantes del año se notaba que realizaban en el cielo un movimiento diferente del de los otros cuerpos celestes. El estado de vacío espacio-temporal se ve alterado por partículas que se crean y se destrozan de forma incesante, y que aparentemente “surgen de la nada”.
Todo lo que es posible termina ocurriendo (y después volvería a acontecer una, y otra, y otra vez). La sucesión indefinida de nuevos ciclos resulta fundamental en la teoría de Penrose. Pero en la cosmología cíclica de acuerdo se puede pasar con absoluta naturalidad de un modelo multiciclo a otro de un solo ciclo. En este último caso la realidad física consistiría en un solo período que englobaría desde el big bang hasta un estado de vacío máximo en el futuro lejano… Y después volvería a producirse ese big bang, que daría lugar a un cosmos idéntico una y otra vez. En este punto tanto el tiempo como se espacio se transformaron ellos mismos en sujetos de las fluctuaciones cuánticas.
Este libro responde, de una forma muy peculiar, a ciertas preguntas que ya hace siglos se hizo el hombre. Para los chinos la Vía Láctea fue un objeto cósmico que no requería mayor explicación. Simplemente la llamaron Tian Ho, que significa el Celeste Ho, siendo la contraparte galáctica del río Ho o Amarillo. En el aspecto práctico los chinos establecieron una conexión entre la Vía Láctea y el agua de lluvia, puesto que cuando en China tiene mayor esplendor ese objeto celeste, es en el momento en que la temporada de lluvias consigue su máxima intensidad.
La cosmología cíclica de acuerdo proporciona respuestas detalladas, aunque especulativas, a de dónde brotó nuestro big bang. Pero aunque las teorías de Penrose fueran validadas por los futuros adelantos de la cosmología, cabría pensar que seguimos sin ser capaces de ofrecer contestación a una pregunta filosófica más profunda; la pregunta sobre de dónde proviene nuestra realidad física. Desde este criterio, el big bang habría surgido casi de la nada; es lo que habría quedado después de que toda la materia del cosmos hubiera sido engullida por agujeros negros que más tarde se habrían evaporado generando fotones que vagarían por el vacío. De este modo, todo el cosmos habría surgido de algo que, visto desde otra visión física, sería lo más cerca que podríamos aproximarnos a la nada absoluta. Pero esa nada aún proseguiría siendo algo; seguiríamos comentando de un universo físico, aunque estuviera vacío. Esto nos transporta a la llamada “enorme temporada unificada”, lo que nos transporta por su parte a ingresar de lleno en el ámbito de la física especulativa, ya que en nuestros ensayos no podemos producir la energía bastante para reproducir el tipo de procesos que en ese momento estaban teniendo rincón.